El ejercicio más inútil de la historia: Contrapunto

 

La noche del domingo, en la sede nacional de Morena, sus partidarios, diputados, alcaldes, senadores y gobernadores celebraban el hecho que de 92 millones inscritos en el padrón electoral del INE, apenas 15 millones acudieron a las urnas para votar para que el presidente Andrés López Obrador se quedara en su cargo de presidente.

En realidad, nadie quiso que López Obrador se fuera, pero lo curioso fue que, por semanas, él y sus partidarios parecía que eso querían. A final de cuentas, el ejercicio de Revocación de mandato fue un experimento muy malo que no dio los resultados esperados. Por lo menos eso reflejaban los rostros de todos los morenistas, encabezados por su dirigente, Mario Delgado. Parecía que estaban en un funeral, siendo que debió ser un día de fiesta para ellos, por supuesto.

Inclusive, en algunas celebraciones en estados dominados por Morena, sólo algunos se veían contentos. Claro está, no querían que se fuera López Obrador, sino que esperaban que la votación fuera copiosa.

Es cierto, en algunos lugares hubo más filas para ingresar a algún restaurante o bien, para ir al cine. De hecho, en algunos lugares en donde vendían barbacoa, se hicieron filas de 20 o 30 personas que en las mesas de votación y por ejemplo, en Hueyapan de Ocampo, a donde acudió Juan Javier Gómez Cazarín, había tres votos en la urna, el suyo fue el cuarto.

En cambio, en zonas pobres de Veracruz, Chiapas, Guerrero y Oaxaca –los cuatro estados más pobres del país- la votación fue copiosa, se calcula que entre el 25.4 y el 35.4 del padrón votó a favor de su mesías. Por supuesto, allí hay más programas sociales. Mucha gente depende del gobierno y para las autoridades fue demasiado sencillo acarrear a mujeres solteras, viudas, dejadas o bien, adultos mayores a los que trasladaron en vehículos para que emitieran su voto.

Fue Morena el partido que cometió las violaciones el domingo, acarreando gente, comprando el voto, llenando urnas con boletas marcadas por los mismos integrantes de las mesas y hasta hubo diputadas locales y federales que en hojas en blanco pusieron leyendas como “que se quede” o “viva AMLO”, creyendo que el INE validaría ese bodrio.

La realidad es que tras el fracaso de la consulta de “revocación de   mandato”, que no fue vinculante porque apenas participó el 18.2 por ciento en lugar del 40 por ciento que se requería algo fue seguro y es que López Obrador tiene la obligación de dejar su cargo en 2024. Para los que temían que hubiese una dictadura esto no ocurrirá, porque además el presidente ya no se cuece en el primer hervor.

Una serie de padecimientos le acompañan y como en cualquier otro mexicano con esas enfermedades –aun cuando él se atienda en Médica Sur- su condición no le hará vivir tanto. Desde luego, nadie quiere que le pase nada, pero él mismo reconoce su cansancio en muchos lugares.

Lo cierto es que la revocación de mandato deberá sufrir cambios y no deberá ser organizada como si fuera un concurso de popularidad. Las preguntas deben ser más directas y los mexicanos deben estar más enterados del trabajo del presidente, si da resultados o no.

Nomás un ejemplo: El crimen organizado avanza sin que nadie le detenga; los feminicidios están presentes en cualquier parte del país; no hay medicamentos para padecimientos mayores o graves; el campo está hundido, sin producción; las empresas están muy comprimidas a causa de la pandemia y los altos impuestos y millones de mexicanos no saben qué comerán mañana, debido a que los precios de la canasta básica aumentaron poco más de 200 por ciento.

¿Y sabe qué? Esas cosas sí debieran interesarle al presidente, pues muchos mexicanos –quiérase o no- creyeron en él y hasta ahora, sólo ha dado dádivas, pero eso no resuelve nada. Nada.

López Obrador se queda, pero no porque gozó de 15 millones de votos –comprados o no- sino porque es su obligación, ya está allí y debe terminar su mandato, a pesar de todo.

PD Ya van varias semanas que el gobernador Cuitláhuac García dio instrucciones para que la titular del Poder Judicial Isabel Romero Cruz, dialogara con la magistrada Yolanda Cecilia Castañeda Palmeros, para que se le paguen las prestaciones que le deben de 2021 y además, su posible regreso a ocupar su cargo como magistrada, debido a que ella fue nombrada en 1997 magistrada numeraria inamovible.

Sería bueno que antes que el mandatario le eche porras a Romero Cruz para que le den una dispensa a pesar de su edad (70 años) y sus achaques, ella cumpla con su instrucción y le pague a la magistrada Castañeda, por cierto, la más laureada en la historia del Poder Judicial.

¡Quédate en casa!

Miguel Ángel Gómez Ruiz/RCK Noticias/Xalapa, Ver.

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